La sensación de estar al filo es adictiva pero he calculado intereses y me sale a devolver. Y es que no voy a ponerme más en el lugar de otro que dejaría el mío vacío.
Dime con quién querrías pasar un viernes, con quién compartirías un domingo y a quién le dejarías estar en tu refugio y te diré quién eres.
Pero dame pan y dime tonta, que no está hecha la miel para la boca del asno ni la mía para regalársela a cualquiera.
Que para hacerme daño ya estoy yo, y tú no conoces mis puntos débiles.
Ni siquiera los fuertes.
A las buenas soy tan buena que te sorprendería, pero no me pidas que lo haga. Porque podría guardar tus espaldas con la misma intensidad que podría arañarla. Podría hacerte el amor en medio de cualquier guerra. Te podría dejar jugar con las flores de mi jardín, o incluso, te dejaría saltar del tejado y joderlas. Podría servirte de espejo y que la introspección no doliera tanto. Podría, incluso, poderte. Podría hacer hasta lo imposible, si me animaras a ello.
Mírame, sin miedo.
Soy de las que empiezan a desvestirse quitándose el sombrero. Soy de bajarme las armas antes que las bragas. De poner sobre la mesa antes las cartas que el vino. Me gusta jugar limpio y hacerlo sucio. Lo siento, y mucho.
No dejaría mi felicidad en manos que no fueran las mías, pero tengo quien me guarda la sonrisa con mimo.
Yo qué sé, igual esto de vivir no lo estoy haciendo tan mal. Lo que no mata te acerca más a lo que eres. Y si me das un buen golpe también me servirá para ir hacia delante.
Yo he venido aquí a jugarme la vida... y sigo invencible por mucho que haya perdido.
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