Me reservo el derecho a decir lo que pienso.
Y a decirlo como me de la gana.
Me reservo el derecho a no seguir los consejos de los sabios:
ni los de los libros de autoayuda, ni los de mí misma.
Me reservo el derecho a inventarme las reglas y hacer trampas. O a no inventar reglas en absoluto. A salirme del margen, a ser desobediente.
A dejar de callar y empezar a fluir.
Porque puedo hacerlo, porque quiero hacerlo.
Y porque no hay causa alguna que me lo impida.
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