Catástrofe.

No sé en qué punto pasó de ser divertido a no tener ni puta gracia.
Quizá cuando empecé a pensar que se me podía ir de las manos... y no me equivocaba. Odio el descontrol mental y emocional que me supone. Porque creo que cuando ya no controlamos eso, no podemos controlar todo lo demás. Y a mí el hecho de no formar parte en las decisiones me acojona. Mi mente y mi parte izquierda del pecho rara vez se ponen de acuerdo, y cuando lo hacen es que estoy perdida.
Ahora sé que soy todo lo contrario que le exigí ser a alguien.
Una egoísta con orgullo, que pretende ser el núcleo de todo.
Supongo que tengo demasiados daños colaterales por batallas perdidas e historias que no tuvieron mucho sentido. Supongo, que a mí eso de tachar situaciones y borrar sentimientos se me da bien por experiencia.
Porque me acojona todo aquello que nace solo y a lo bestia.