Deja de esperar aquello que decides no encontrar.

Fluir.
Deja ir y... deja llegar.

Aunque extrañamente, para ella, lo segundo siempre fue más difícil.

Ella es de las que andan y andan, casi sin mirar atrás... hasta que llega alguien que intenta alcanzarle su paso. Entonces ahí empieza toda la mierda.
Ella camina rápido, con pasos firmes y mirada fija. A veces se detiene y mira su alrededor, y prefiere verse sola antes que tener alguien que dependa de su ritmo. Y más cuando ese alguien, sin querer, le hace ir un poco más despacio.

No quiere entretenerse, no quiere parar. No quiere tener que estar pendiente de quién la sigue y quién no... ya se cansó de eso. Por eso a veces le resulta más fácil pararse y dejar que el otro siga, de largo.

"A tomar por culo", piensa.

Se le oprime el pecho por un rato, pero aprendió a recomponerse de las huídas.
Aunque más que a veces, piensa que seria bonito escaparse de toda esa autodestrucción, y volverse permeable... para empaparse de cosas buenas que pasan por ahí.

Le gustaría fluir, sin pensar en las consecuencias.
Sin pensar, básicamente.

Y es que ella se tiene tanto miedo a sí misma, que ni siquiera es capaz de hablar en primera persona.
Que prefiere verse en la lejanía para no complicarse más las cosas.

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