17

Siempre me vi a mí misma capaz de todo, de superar cada obstáculo que se me interpusiese en el camino y hasta hace unos meses he llevado a cabo esa tarea de levantarme cuando el destino me ponía la zancadilla, de burlarme de quienes solo me hundían al intentar alzar cabeza. Pero eso era antes. Hace unos meses yo lo aguantaba todo, no lloraba por cualquier tontería. Ahora todo ha cambiado. Yo he cambiado. Siento como si me hubiesen absorbido todas las fuerzas de golpe y me hayan dejado seis metros bajo tierra, sin ninguna ayuda, sin nada en lo que apoyarme cuando me sintiese cansada de todo. Así me siento. Me despierto con dolores de cabeza prácticamente todos los días, solo pienso en volver a casa, tirarme en la cama y dormir hasta que todo acabe, acabo dejando de lado a la gente que intenta preocuparse por mí, me lo acabo callando todo, ni siquiera me entran ganas de escribir. Y ya es decir. Y si ahora lo estoy haciendo... no sé, quizás hoy sí que lo necesitase porque todo mi mundo se ha derrumbado de golpe ante mí. Busco y busco motivos, metas y se ve todo tan nubloso que me acabo rindiendo, sintiéndome la persona más cobarde y miserable de este mundo, sintiéndome absorta en un remolino de tristeza y no logro entender el por qué de todo esto. 

Necesito desenredar este lío de mi cabeza, este nudo en la garganta. El caso es cómo, si ya no queda ni la más mínima gota de motivación para levantarme de esta cama y decir: "sí, voy a cambiar mi vida". No la hay. Pero la busco, siempre lo hago.