Y no es tan fácil... nunca es tan fácil.

Y duele. Duele, porque no sabes cuánto va a durar esa felicidad. Porque hace unos meses pensabas que era una fusión irrompible y te chocaste con la puta realidad de que nada es para siempre. Y duele, claro que duele. Duele porque no sabes si te sale rentable ser tan feliz... porque cuando te paras y lo piensas, sabes que de un momento a otro todo puede derrumbarse. Y joder... qué putada. Que el sentir que tocas el cielo con las palmas de tus manos no es factible si después vas a caer en picado. Llega un momento que ni sabes ni quieres saber... sólo sientes que si un día desapareció, puede volver a ocurrir. Y mueres por dentro, y te pudres, y lloras. Y sientes que la vida no es justa, que no todo puede ser sencillo... pero que tú haces complicarlo todo más. Sería más fácil aceptar que lo que no funcionó una vez, no puede volver a funcionar, no? Ya sea por desconfianza, por diferencias, por paranoias o por lo que coño pueda llegar a pasar. La cuestión es que una vez que un   lazo "infinito" se rompe, ya no vuelves a creer en infinitos. Ya ni siquiera puedes hacer planes de futuro, porque no sabes ni siquiera si lo habrá. En fin, que sí, que duele... y mucho.