Entre matarme y atarme hay una M de diferencia.
Quítala y guárdala para amarme después.
Si quieres.
Para cuando seamos capaces
de hacernos reír
sin tener que tropezar.
Y es que te juro
que a veces muero;
de muchas maneras.
Y de todas a la vez si estás tú.
A veces te quedas a las puertas,
y otras me invades.
Pero joder,
tú te metiste donde no te llamaban.
Ahora no salgas.
No te diré que te quedes,
no me hace falta para quedarme encerrada:
un laberinto no tiene sentido
si me dejas sin salidas;
Amor.
Que me alimentas las ganas. Me desnudas cuando tus pupilas imantadas
chocan por un momentos con las mías;
y la negatividad nos puede.
Nos apartamos,
y yo ya sé que Bécquer se equivocaba:
Poesía puede ser cualquiera,
sin importar el color de la mirada.
Tú lo eres,
cuando la tuya se hace estaca.
Y me pierdes del mundo,
tres segundos.
Pero sé que eres real,
porque dueles.
Este círculo sólo sabe del vicio
de hacernos daño.
Pero donde tú pones un punto, yo una coma.
Y acabamos uno encima del otro
prolongándonos la historia.
Sucediendo,
y convenciéndonos de que somos
un destrozo más
del experimento que es quererse.
Probándonos, inventando.
Leyéndonos entre líneas
y alineandonos para la próxima jugada;
Acabaré pidiendo una tregua
como quien pide un corazón nuevo.
Y tú tendrás esa M guardada
para volver a matarme,
atarme,
o amarme.


No hay comentarios:
Publicar un comentario