Todavía espero a que vengas a ordenarme...

Tus ‘Todo o nada’, mis dos mundos.
La cosa va de  ‘los dos extremos opuestos.’ Genial.
No tener nada, y que vengan de la nada a dártelo todo,
y que entonces vuelva de esa ‘nada’ otro ‘todo’ y te pierda.
En el cielo y el infierno, viviéndolos a partes iguales.
Como kryptonita, o como un veneno adictivo.
Ahí me encuentro yo, entre el ‘todo’ y la ‘nada’, perdida, totalmente confundida.
No pretendas que te de mi ‘todo’ de la nada, porque no puedo.
Aunque quiera, aunque te quiera, no puedo.
Yo no funciono así.
Eso sería lo fácil, y sabes perfectamente que no somos de cosas fáciles.
Pero sigo sin entender tus jodidos ‘todo o nada’.

Me rompieron en pedazos y me reconstruiste,
pero te llevaste uno de esos trozos.
¿Y ahora qué coño hago yo con el resto?
En ese trozo entraba parte de mi cabeza,
de mi conciencia, de mi cordura, de mi ego,
de mis recuerdos, de mi orgullo,
de mi piel.

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