Un rosa, pero rosa chillón

Un niño era completamente dichoso con una simple caja de pinturas de colores. Cada día probaba un color diferente, hacía garabatos que luego mostraba a su orgullosa madre. Se acostaba tarde, hasta que no exprimía toda la pintura en líneas abstractas sobre un papel, no dormía. Y día tras día repetía lo mismo: dibujaba con un único color. Una mañana nada más amanecer, corrió con unas ganas locas hasta su caja de colores; esperando descubrir nuevos mundos con su pintura, pero sólo quedaban dos: una negra y otra rosa. El niño se debatió entre qué pintura escoger, pero se decantó por la rosa.
Al fin y al cabo la vida es del color del que tú quieras pintarla. 


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